Desde la quinta región, el cuarteto chileno convierte años de composición en un álbum que invita a frenar y mirar alrededor. Un viaje musical donde la contemplación, la nostalgia y la densidad emocional se mezclan con melodías cálidas y orgánicas, dando forma al espíritu de la banda.
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En un mundo que parece girar demasiado rápido, Laureles eligió hacer algo diferente: un álbum que se toma su tiempo. Durante los años de pandemia, mientras la ciudad parecía moverse a prisa, los integrantes de la banda se sentaron a escribir, a escuchar y a experimentar. Lo que nació como un acto de introspección terminó convirtiéndose en su LP debut, un disco que condensa años de música, amistad y búsqueda artística.
“Nos gusta el long play, las obras completas. Queríamos que cada canción tuviera su momento y que el disco contara una historia de principio a fin”, cuentan. Esa intención de frenar y reflexionar atraviesa todo el álbum, desde las letras hasta las melodías, donde la nostalgia se encuentra con la armonía y lo orgánico convive con la densidad emocional.
El propósito del disco es acompañar a quienes sienten que la vida se les va, que cargan con la nostalgia de la infancia y la ansiedad del paso del tiempo, sin saber aún qué camino tomar ni cómo concretar sus sueños.
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Laureles busca entregar consuelo y compañía a quienes se sienten perdidos en la incertidumbre generacional, recordando que no hay que desesperar buscando el final, sino aprender a disfrutar del camino, y que incluso en medio del caos siempre hay luz y esperanza.
El sonido del álbum es un reflejo de sus influencias: rock argentino, folk norteamericano y matices de jazz y art rock se entrelazan para crear un universo cálido, íntimo y humano. “Trabajar en estas canciones fue aprender a escucharnos y a dejar que cada tema tuviera su propio tiempo”, explican.
La portada del disco captura ese mismo espíritu: una foto entre amigos, sencilla, con guiños vintage, evocando las portadas clásicas que inspiraron su creación y transmitiendo la calma que recorre la música.
Con este debut, Laureles no solo entrega un álbum, sino un manifiesto sonoro: un recordatorio de que la pausa, la contemplación y la calma también tienen su lugar, y que detenerse a escuchar puede ser, a veces, la forma más auténtica de avanzar.
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fotografía por Nora Ramírez | vía comunicado prensa

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